¿Qué queremos decir con esto?
Simplemente ese orgullo presuntuoso y satánico por el que, como dice el poeta, “cayeron los ángeles”.
Este es el vicio característico del seguidor del sendero oculto, y con mucho la gran mayoría de los estudiantes mágicos siguen ese sendero. El alejamiento intelectual y el desprecio frío hacia el “rebaño ignorante” son muy comunes en los círculos ocultos, y puesto que los ritos mágicos exigen una aplicación muy concentrada y continua, el estudiante comienza a sentirse en algún modo superior a los otros de alrededor suyo.
Así lo es, pero eso le debería hacer muy humilde, desde que empezase a realizar que la única justificación para la práctica del arte mágico es a fin de que pueda estar en mejores condiciones de ayudar a sus compañeros los hombres.
“Deseo saber para servir”, dice el neófito de los Misterios, y ésta es la única razón por la que deberíamos entrenarnos a lo largo de estas líneas.
Uno que desoye este consejo y no se suscribe a este cometido, ha tomado el primer paso en el camino descendente, y aunque pueda conseguir gran poder y conocimiento, está sin embargo en peligro de convertirse en uno de los Hijos de Perdición, una Estrella Errante, para la que está reservada la negrura de las tinieblas por las Edades de las Edades.
Pero éste no es sino el destino de pocos, pues los Cristos del Mal son tan raros como los Cristos del Bien.
No obstante, el “inflado del ego falso o empírico”, como lo denominan los psicòlogos, significa que en un punto u otro el desastre espiritual le espera a uno que ha intentado aislarse, en orgulloso desprecio de sus hermanos.
“Deseo saber para servir”, dice el neófito de los Misterios, y ésta es la única razón por la que deberíamos entrenarnos a lo largo de estas líneas.
Uno que desoye este consejo y no se suscribe a este cometido, ha tomado el primer paso en el camino descendente, y aunque pueda conseguir gran poder y conocimiento, está sin embargo en peligro de convertirse en uno de los Hijos de Perdición, una Estrella Errante, para la que está reservada la negrura de las tinieblas por las Edades de las Edades.
Pero éste no es sino el destino de pocos, pues los Cristos del Mal son tan raros como los Cristos del Bien.
No obstante, el “inflado del ego falso o empírico”, como lo denominan los psicòlogos, significa que en un punto u otro el desastre espiritual le espera a uno que ha intentado aislarse, en orgulloso desprecio de sus hermanos.
W. E. Butler
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