Entre los pasillos de frutas y botanas, el Bronco se encontró con una pregunta constante. Si en realidad iba a cortar manos a los ladrones. Hubo quien lo confundió con Bronco, el de las canciones, y al final terminó en una carnicería en donde cortó los bisteces, con la delicadeza de quién trae reflectores sobre el cuchillo.
Charló 30 minutos con la prensa, y un poco menos con el buen Nachito Guerra.
Después tomó camino hacia la taquería, en donde esperaba la aparición de una Tecate.
Pero aún hay tiempo para la impertinencia. Son tres minutos, que empiezan entre los pasillos de la ropa con una charla sobre el futbol, y que se enredan en el debate del sabor de la mejor chela, para redondear con los chistes de Broncowave.
Incluso el candidato presidencial se da el tiempo para hablar de Dragon Ball. Al estilo de los Hernández.
Hoy no dimos la nota. Solo nos atrevimos a ser distintos. Y gracias a quien se tomó la molestia de hablar de su otra visión del mundo.Ya habrá oportunidad de intentar buscar historias fuera de los ángulos de la geometría tradicional del círculo rojo, o de las actitudes cuadradas.
PD. Gracias a Enrique Zamudio por retratar la aventura que narramos entre los puestos.
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