La dinámica ha convertido a los políticos en dioses. La palabra de los dioses no se cuestiona, se obedece y es dogma de fe. Obran milagros. Acaban con el hambre y la desnudez. Por eso veo a rojos indignados en decir que cómo se atreven a no creer en él y su queretanidad, y a azules decir, cómo se atreven a desconfiar de él y su ranchereidad. En las sociedades primitivas, el cuestionar era herejía, y motivo de hoguera. Por eso, cada que veo que un político se enoja de que lo cuestionen, sea del color que sea, me hace ratificar que se ha convertido en un dios. Y las peores atrocidades se han cometido en el nombre de dios.
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